Gestión de carteras para optimizar sus inversiones
La gestión de carteras es una actividad profesional clave para maximizar el rendimiento de las inversiones y minimizar los riesgos asociados. Este servicio permite delegar las decisiones de inversión a expertos, quienes seleccionan, administran y supervisan los activos en función del perfil y los objetivos del inversor.
De esta forma, el inversor puede centrarse en otros aspectos de su vida financiera, mientras un equipo especializado se encarga de su inversión. A continuación, exploramos qué es la gestión de carteras, los diferentes tipos que existen, las estrategias clave y como hacerlo en tu caso.
¿Qué es la gestión de carteras?
La gestión de carteras consiste en administrar un conjunto de activos financieros con el fin de optimizar los rendimientos y controlar el riesgo. Los gestores de carteras, profesionales especializados en la materia, se encargan de tomar decisiones de inversión basadas en análisis y estrategias concretas.
Es importante entender que existen diferentes formas de gestionar una cartera, dependiendo del nivel de intervención del inversor:
- Gestión discrecional de carteras: El gestor toma decisiones y ejecuta operaciones sin necesidad de consultar previamente al cliente. Ideal para quienes prefieren delegar por completo la administración de su cartera. Es lo que se conoce como carteras gestionadas.
- Asesoramiento financiero: El asesor sugiere movimientos y estrategias, pero la decisión final y su ejecución quedan en manos del cliente.
Este servicio está disponible para inversores particulares e institucionales a través de entidades autorizadas como: Sociedades de valores (SV), Sociedades gestoras de carteras (SGC) y Sociedades gestoras de instituciones de inversión colectiva (SGIIC).
¿Cómo funciona la gestión discrecional de carteras?
En la gestión discrecional de carteras, el inversor delega completamente las decisiones en un equipo gestor, que selecciona los productos más adecuados, ejecuta las operaciones y supervisa la evolución de la cartera.
Todo esto se realiza siempre en función del perfil de riesgo del cliente, el cual se define a partir de un test de idoneidad que evalúa el conocimiento financiero del inversor, su experiencia con productos de inversión, objetivos, situación financiera y tolerancia al riesgo.
Los inversores reciben reportes periódicos (como mínimo trimestrales, según regula la CNMV), que incluyen: composición y valoración actualizada de la cartera, rendimientos obtenidos y comparación con un indicador de referencia (benchmark).
Tipos de carteras de inversión
Existen diferentes tipos de carteras de inversión, que se ajustan a distintos perfiles y objetivos de los inversores. Conocerlos es clave para seleccionar la opción más adecuada según el nivel de riesgo que uno esté dispuesto a asumir.
Las carteras se pueden clasificar principalmente según el riesgo y la estrategia de inversión, lo que nos permite definir qué tipo de enfoque es el más adecuado para cada caso.
Según el riesgo
- Cartera conservadora: Más del 70% de los activos son de renta fija, ideal para inversores con baja tolerancia al riesgo.
- Cartera moderada: La renta fija representa hasta un 40% de los activos, buscando un equilibrio entre riesgo y rentabilidad.
- Cartera agresiva: Predomina la renta variable (85%), destinada a inversores con mayor tolerancia al riesgo y búsqueda de altos rendimientos.
Según la estrategia de inversión
- Cartera de crecimiento: Incluye activos con alto potencial de crecimiento.
- Cartera pasiva: Se compone de activos que generan ingresos recurrentes, como bonos o acciones con dividendos y también las carteras de los roboadvisors
- Cartera de activos infravalorados: Se enfoca en activos cuyo valor de mercado es menor al real, con expectativa de revalorización.
Con estos tipos de carteras en mente, podemos ahora centrarnos en las estrategias que pueden ayudar a optimizar los resultados y gestionar eficazmente las inversiones.
Estrategias clave para optimizar una cartera
La gestión de carteras se basa en estrategias concretas que permiten mejorar el rendimiento y controlar los riesgos.
En las siguientes líneas, te presentamos algunas de las estrategias más utilizadas por los gestores de carteras profesionales que, además de ayudar a mejorar el rendimiento, también protegen la cartera de fluctuaciones inesperadas en el mercado.
Diversificación de la cartera
Distribuir los activos en diferentes productos, sectores y geografías es una de las estrategias más eficaces para reducir la exposición a riesgos específicos. La diversificación mejora la estabilidad de los rendimientos a largo plazo, protegiendo la cartera de fluctuaciones inesperadas en el mercado.
Este enfoque permite equilibrar las posibles pérdidas en ciertos sectores con el rendimiento positivo de otros activos.
Análisis de riesgo y rentabilidad
Cada activo debe someterse a un análisis detallado para evaluar su riesgo y su potencial de rentabilidad. Este análisis permite encontrar el equilibrio adecuado entre ambos factores, optimizando así el rendimiento general de la cartera.
Además, ayuda a tomar decisiones más informadas, alineadas con los objetivos de inversión del cliente.
Rebalanceo periódico
El rebalanceo es un ajuste regular de la distribución de productos financieros en la cartera para mantenerla alineada con los objetivos del inversor. Este proceso garantiza que la cartera se mantenga en equilibrio, incluso cuando los mercados experimentan cambios significativos.
De esta manera, se asegura que la cartera continúe siguiendo la estrategia definida, sin verse afectada por fluctuaciones a corto plazo.
Seguimiento constante
El monitoreo del rendimiento de la cartera es esencial para identificar nuevas oportunidades de inversión o ajustar la estrategia cuando sea necesario. Permite detectar cambios en el mercado y actuar con rapidez para maximizar el rendimiento de la inversión.
Una vez que conocemos estas estrategias clave, es importante considerar cómo la tecnología ha mejorado la eficiencia en la gestión de carteras.
La gestión de carteras es una herramienta imprescindible para optimizar inversiones y alcanzar metas financieras. Ya sea mediante gestión discrecional, estrategias activas o pasivas, o a través de plataformas automatizadas como los roboadvisors, esta metodología permite maximizar el rendimiento y reducir riesgos de manera eficiente.
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