Gestión Activa vs. Gestión Pasiva, ¿Cuál elegir?

Dentro de los mercados financieros existe un eterno debate entre la gestión activa o la gestión pasiva. Ambas cuentan con defensores y detractores por igual. Sin embargo, estas estrategias de gestión de activos son complementarias y, además, su incorporación a las carteras gestionadas de inversión hace que se tengan una mejor diversificación. Pero, además, existen otras importantes diferencias.

 

¿Qué es la gestión activa y la gestión pasiva?

 

La gestión activa es aquella en la que un equipo de expertos toma las decisiones de inversión del fondo o plan de pensiones pensando en batir al mercado o a su índice de referencia.

Esto quiere decir que la cartera se rebalancea y va rotando en función a los criterios de los analistas y gestores del fondo. En un fondo de gestión activa, el gestor puede decidir vender una empresa cuando crea que ha subido demasiado y comprar otra cuando considere que es una buena oportunidad.

En eso consiste tener una estrategia de gestión activa, en llevar a cabo acciones para superar al mercado y conseguir un retorno adecuado.

Por su parte, en la gestión pasiva no hay un equipo que tome estas decisiones de inversión, sino que lo que se hace es replicar el comportamiento de un índice. El trabajo de los gestores en un fondo de inversión pasiva consistirá en comprar las acciones del índice a replicar y que esa copia sea lo más cercana posible.

Por ejemplo, un fondo indexado sobre el S&P 500 adquirirá las 500 empresas del selectivo, independientemente de si son o no una buena oportunidad. No realizará un análisis de cuáles son las mejores, si están caras o no. Simplemente las comprará todas. En este caso, las decisiones de inversión las toma el mercado en su conjunto y no un equipo de expertos.

 

¿Cuál es más rentable?

 

En la gestión activa, además de contar con un equipo de expertos que toman las decisiones de inversión, también se puede llegar a ciertas partes del mercado más inaccesibles para la gestión pasiva, como el private equity o el sector inmobiliario, entre otros.

Sin embargo, si se evalúa el comportamiento de las inversiones basándonos en sus resultados, se encuentra una de las principales ventajas de este estilo de inversión: la rentabilidad.

En el último año, en el caso de los fondos comercializados en España, la categoría más rentable fue la de los fondos indexados (de gestión pasiva) con una subida del 25,58%.

En un período de 10 años, solo el 9,6% de los gestores de fondos de inversión en bolsa española ha logrado superar al índice S&P según el índice SPIVA.

En cuanto a los fondos que invierten en la zona euro, el porcentaje de gestores que han conseguido superar al índice es inferior al 5% en el mismo período de tiempo. Si cogemos otro periodo temporal, durante la década de 2006 a 2015, los fondos de gestión activa lograron una rentabilidad anual media del 1,88%, en comparación con el 4,84% de los fondos indexados.

De forma muy resumida, la gestión pasiva obtiene mejores resultados a largo plazo, pero los fondos más rentables, los que más ganancias acumulan, siempre son de gestión activa.

 

¿Cuál tiene menos comisiones?

 

Generalmente, la gestión pasiva es más barata que la gestión activa porque no precisa de un equipo experto de analistas y gestores que tomen las decisiones de inversión.

Por ejemplo, en cuanto a la comisión de gestión y depositaría, los fondos activos cobran una media del 1,24%. Mientras que los pasivos, suelen situarse por debajo del 0,60%.

Esta diferencia de comisiones explica en buena medida la diferencia de rentabilidades entre uno y otro modelo de gestión. En otras palabras, que por muy bien que hagan su trabajo, los gestores activos ya parten con una losa adicional a su rentabilidad en forma de comisiones.

 

¿Cuál es mejor?

 

Lo cierto es que, en datos, parece más eficiente la gestión pasiva. Sin embargo, la gestión activa también cuenta con grandes atractivos, como llegar a mercados mucho más inaccesibles para lograr diversificar la cartera. Es el caso del private equity, capital riesgo o sector inmobiliario, que son inversiones que requieren de la intervención de un equipo de profesionales.

De la misma manera, en relación con el perfil de riesgo, es probable que, a un inversor conservador, le interese mucho más la gestión activa, ya que podrá encontrar fondos mixtos o moderados que combinan una gran clase de activos y reducen el riesgo en un solo vehículo de inversión. Por otro lado, si no se tienen grandes conocimientos financieros, también es preferible dejar las decisiones de inversión en manos de los expertos, ya que en la gestión pasiva es el inversor quien selecciona el tipo de productos en los que invierte.

Por tanto, ambos estilos son complementarios. De hecho, una cartera puede estar mucho más enriquecida al combinar todos estos estilos de inversión. Quizá para la renta variable global, sea mejor optar por la gestión pasiva, pero para llegar a otros activos, más sofisticados, inaccesibles o menos líquidos, lo mejor es elegir fondos de gestión activa.

Cada uno puede cumplir una función clave en el rendimiento de la cartera y generar la exposición óptima a una determinada área del mercado. Además, también existen fondos de inversión de gestión activa que tienen resultados de lo más elevados.

 

La gestión pasiva, mucho por recorrer en España

 

En España, los fondos de gestión pasiva han crecido mucho en los últimos años y suponen ya el 31% del negocio de las gestoras internacionales. Sin embargo, la cifra es menor si se suman también los datos de las gestoras nacionales, donde en 2019 solo llegaba a ser del 2% sobre el total, mientras que ahora sigue por debajo del 10%. A nivel europeo, la cuota de mercado es ya del 27,7% frente al 24% del 2023. Aun así, son niveles que se mantienen alejados de las grandes cifras de los Estados Unidos, donde los fondos indexados y los ETFs suponen ya casi el 50% del mercado.