Involucrarse en la educación financiera
“Dime algo y lo olvidaré, enséñame algo y lo recordaré, hazme partícipe de algo y lo aprenderé”
Confucio.
Cada día se publican nuevos estudios y encuestas que reflejan un problema importante dentro de la sociedad española.
El conocimiento medio de los españoles sobre productos de inversión es insuficiente. Según algunos estudios un 60% de los españoles desconoce qué es un Fondo de Inversión.
Si cogemos un poco de perspectiva sobre la cultura inversora española de los últimos años, los resultados de estos estudios no nos deberían coger por sorpresa. Vivimos en un país en el que hasta el estallido de la burbuja inmobiliaria las inversiones habituales eran:
- – Depósitos
- – Hipoteca (aunque esto lo considero un gasto más que una inversión)
- – Si me sobraba dinero, lo que me recomendase el director de mi banco “de confianza”. ¿Alguien ha dicho “preferentes”?
Como vemos, la cultura financiera española siempre ha sido muy limitada y este desconocimiento nos lleva también a tener una aversión al riesgo muy alta. Lógico y normal. Si no conozco un producto, no meto mi dinero en él… a no ser que el comercial de turno me lo disfrace, ¿he vuelto a oir “preferentes”?
Ahora viene la pregunta del millón, ¿cómo solucionamos esto?
Al igual que cuando vamos a comprar un coche miramos los que mas nos gustan, comparamos precio, vamos a diferentes concesionarios buscando las mejores ofertas, en el sector financiero tendríamos que hacer lo mismo y no confiarnos de la palabra de nuestro banco de toda la vida. Comparar en una serie de bancos los productos que nos ofrecen y cuáles són los que más nos interesan sería una buena elección. Al fin y al cabo es nuestro dinero el que está en juego.
¿Educación financiera en la escuela? No, gracias
Un pensamiento cada vez más generalizado dentro de la sociedad española: La educación financiera debería ser obligatoria dentro del sistema educativo.
El razonamiento es sencillo (y simplista): Obligando a nuestros hijos a estudiar una materia (que aborrecerán), cuando tengan suficiente ahorro serán perfectamente capaces de contratar un fondo de inversión sin que les engañen con la letra pequeña.
Sin embargo, todos sabemos que esto no funciona así. ¿Cuántos de nosotros hemos estudiado sobre ríos, cordilleras, montañas, capitales de países, monumentos… y únicamente hemos conseguido grabar en nuestra memoria toda esta información cuando hemos experimentado con ella? Podremos “empollar” 100 veces el mapa de España pero únicamente ubicaremos correctamente las ciudades cuando viajemos y vivamos el país. Este mismo proceso se aplica con la educación financiera. Únicamente aprenderemos experimentando y tomando parte activa de la inversión.
Una vez descartada la educación financiera universal y obligatoria como solución a todos los males, nos queda una alternativa: La formación y el aprendizaje por necesidad, como modo de supervivencia y es en este punto en el que nos encontramos ahora mismo.
Con la entrada en vigor de la normativa Mifid II, el asesoramiento tiene que ser de una persona cualificada a nivel externo y eso siempre tiene que ser una garantia de veracidad a la hora de vendernos un producto.
Foto: Igor Ovsyannykov. Unsplash.